El año en el que se publica este artículo se cumplen siete décadas del alzamiento militar que iniciaba la cruel Guerra Civil Española de 1936. Vicálvaro en aquella época era un pueblo humilde, cuya economía se sostenía principalmente en la actividad agraria. Empezaba a contar con algo de industria, pues la fábrica de cemento ya se había puesto en marcha en 1925, y era sucesora de una industria ladrillera anterior.
En 1921, una congregación de monjas claretianas de la Orden de María Inmaculada, había comprado una casa que ocupaba una finca de cuatro hectáreas, donde se instalaría el convento de Vicálvaro. Las principales actividades de las monjas fueron la educación y el cultivo de su huerta.
Al terminar la década de los años veinte, la dictadura del General Primo de Rivera, no había conseguido estabilizar el país, al contrario de lo que parecía cuando en 1923, el general se había hecho con el poder, con el consentimiento del Rey Alfonso XIII. En 1929, Primo de Rivera dimite y se da paso a un proceso de normalización democrática, desarrollado en medio de un ambiente de crisis social y económica. El 14 de abril de 1931 se convocan elecciones municipales, y en las principales ciudades españolas, el descontento popular proporciona la victoria a las fuerzas políticas antimonárquicas, por lo que el Rey abandona España y se proclama la II República Española. En aquel periodo la actividad política despertaba con fuerza entre la gente, ilusionada con la nueva libertad democrática que se relacionaba con la modernidad y el progreso. La Confederación Nacional de Trabajadores (C.N.T.), y el Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E.), tuvieron ya durante esta época sede en nuestro pueblo, estuvieron ubicadas en la calle Real.
La crispación política fue aumentando paulatinamente, en Vicálvaro quedó patente durante las visitas de distintos políticos que vinieron hasta aquí, con el fin de recaudar votos. Concretamente la del líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas (C.E.D.A), José María Gil Robles, ha quedado recordado tristemente en la Historia de Vicálvaro; Tras un mitin en el cine de la calle del Socorro, fue despedido por una lluvia de toda clase de objetos y verduras en su camino de regreso hasta la estación de tren (Relato proporcionado de forma oral).
Esto nos muestra cómo estaban los ánimos entre la población tanto de Vicálvaro como de gran parte de España, a causa de la demagogia de los políticos de toda ideología, ejercida sobre una población con un bajo porcentaje de alfabetización, y sobre sectores ultraconservadores. En 1936 el ambiente social estaba sumamente enrarecido, sin ir más lejos el 14 de julio de este mismo año los militares del cuartel de Vicálvaro tuvieron que desplegarse ante el cuartel de la Guardia Civil, que se encontraba en la Avenida Real, para protegerlo del mismo pueblo.
También las monjas necesitaban protección ante los temores de que la gente quisiera incendiar el convento, de hecho las monjas eran victimas de violentos incidentes, por ejemplo cuando el 16 de febrero de 1936 acudieron a votar protegidas a la plaza y la gente las increpó fuertemente, o la frecuencia con la que el convento era apedreado y atacado. Finalmente el 5 de abril de 1936 un grupo de personas acudió de forma amenazante al convento, y ante el peligro la Guardia de Asalto de la República envió autobuses para evacuar a Madrid a las 30 religiosas, que componían la comunidad conventual, a la que nunca volvieron.
Convento de Vicálvaro, situado en la actual calle de la Cruz del Carnero.
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En 1930 se instaló en el cuartel el Regimiento de Artillería Ligera, siendo su Coronel Jefe Manuel Thomas Romero. El día 17 de julio, el coronel comunica a sus oficiales y suboficiales, que tiene la intención de sumarse al alzamiento militar que se estaba tramando. La mayoría de los oficiales y algunos suboficiales, optan por permanecer fieles a la República, pero fueron dejados en libertad y abandonaron el cuartel. Un día después, el General Francisco Franco, argumentando entre otras cosas la necesidad de devolver el orden al país, se rebela en la Colonia Marroquí, contra el Estado que el pueblo había instaurado, y como ya sabemos algunos de los artilleros de Vicálvaro están entre quienes le apoyan.
Diario POLITICA (Año III – Nº 320 ) – 16 de septiembre de 1936.
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El pueblo de Vicálvaro y gente de los alrededores, comenzaron a llegar armados para enfrentarse a quienes querían abolir el gobierno que la ciudadanía había elegido democráticamente. Los milicianos y Guardias de Seguridad, tomaron posiciones y el cuartel quedó rodeado. Mientras que dentro los militares preparaban su propia defensa; se colocaron ametralladoras en cada esquina del tejado, dos sobre el edificio de oficinas y otra más en el extremo del último patio. El día 19 de julio, los cuarteles de Alcalá de Henares, Campamento y Getafe, se rindieron ante las fuerzas fieles a la República. Sin embargo, en Vicálvaro los rebeldes permanecían invictos. Ese día un avión lanzó dos bombas sobre el cuartel, cuyo objetivo debía ser el polvorín, que no logró, al ser repelido por las mencionadas ametralladoras. Pero al día siguiente, el coronel Manuel Thomás, al enterarse de que el cuartel de la Montaña había sido tomado por la República, decide rendirse. A las 13 horas los camiones de la Guardia de Asalto Republicana, trasladaban a los responsables de la sublevación a la cárcel modelo, mientras se producía un nuevo ataque de la aviación, que causó la muerte de un conductor de los camiones. Los vecinos de Vicálvaro, creyendo que estaban ante un bombardeo sobre su pueblo corrieron hacia el Cerro Almodóvar para ponerse a salvo.
Militares republicanos ante el entonces cuartel. Hoy día este edificio pertenece a la Universidad Rey Juan Carlos.
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El Coronel Manuel Thomas Romero, el Teniente Coronel Rafael Angulo Varela, y el Comandante Jesús Álvarez de Villamil, fueron fusilados tras su detención, siendo los tres, junto al conductor del camión, los primeros muertos cobrados en Vicálvaro por la Guerra Civil que comenzaba.
Soldados republicanos en los campos de Vicálvaro, a la derecha se aprecia la silueta del Cerro Almodóvar.
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Las posturas a partir de estos días se radicalizarían aún más, y como en muchos otros pueblos, la ira popular empezó a desatarse contra la iglesia, que se consideraba aliada de las fuerzas golpistas. El retablo del siglo XVII, la imagen de Santa María la Antigua, objetos de culto, obras de arte declaradas de interés…, fueron quemados tras el cementerio, por personas que no se daban cuenta de que estaban destruyendo el valioso legado de sus propios antepasados. También las campanas fueron arrojadas a la calle desde lo alto de la torre (en Vicus Albus aun conservamos un fragmento de una de ellas). Rápidamente algunos exaltados de izquierdas empezaron a actuar en Vicálvaro, persiguiendo a quienes eran conocidos por sus ideologías derechistas, o bien porque simplemente eran denunciados por sus vecinos, muchas veces a modo de venganza personal. En las noches del verano de 1936 los vicalvareños empezaron a conocer el significado de la expresión “Dar el paseo”.
En las siguientes fotografías podemos ver el espectacular cambio del interior de la iglesia de Vicálvaro, entre lo más valioso de lo perdido durante la contienda estaban el retablo y el órgano (tercera fotografía) .
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Un ejemplo es el caso de un vecino de Vicálvaro, llamado Trifón. Una sobrina del susodicho acudió a su casa, el día 12 de agosto de 1936 a avisarle de que estaban efectuando detenciones de gente de derechas en el pueblo. Ese mismo día mientras Trifón cenaba, unos cuantos hombres llamaron a su puerta, y le obligaron a irse con ellos a hacer unas declaraciones. Él junto a otros hombres fue conducido junto a las tapias del cementerio de la Almudena, donde fueron fusilados. Sin embargo Trifón no murió, y consiguió escapar con una bala alojada en un glúteo. Otras personas fusiladas por los republicanos en Vicálvaro fueron entre otros; Nicolás de San Antonio, Nicomedes Llorente, José Durán, Celestino Coronel, Pedro Cano, Alberto García, José María Sabirón… Todos estos nombres han sido recordados hasta hace pocos años, pues dieron nombre a muchas calles de Vicálvaro hasta la llegada de la democracia. También se sabe de la actividad de una persona conocida como el Señor Romero, que poseía un carro de mulas, y que diariamente acudía hasta el cementerio de la Almudena a por los cadáveres de los fusilados y los traía a enterrar a Vicálvaro.
Al acabar la contienda, los vencedores exaltaban los homenajes a las víctimas de su bando, aún quedan en el cementerio de Vicálvaro sepulturas como esta, que lo demuestran. Mientras tanto para los perdedores, recordar de forma análoga a su muertos hubiese sido un grave delito. Muchas personas murieron sin culpa alguna en uno y otro bando.
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Llegado el mes de noviembre, los militares golpistas planeaban tomar la capital del país, lo cual les aportaba cuantiosos beneficios estratégicos. Para ello contaban con más de 15000 efectivos rodeando Madrid y sus alrededores, al mando del General Varela. Varela barajó tres estrategias encaminadas a lograr el objetivo de conquistar Madrid;
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Cruzar el Río Manzanares por Puerta de Hierro y avanzar por la Dehesa de la Villa hacia el centro.
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Entrar por la casa de Campo y Ciudad Universitaria hacia Cuatro Caminos.
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O Cruzar el Manzanares por Villaverde, y entrar a Madrid conquistando Vallecas y Vicálvaro (1).
El último de los planes planteados por Varela, debió ser la causa de que el día 4 de noviembre, el presidente del Gobierno Republicano, Francisco Largo Caballero, ordena acantonarse en Vicálvaro a la XI Brigada Internacional, antes de entrar en combate en el Frente de Madrid. En esta época Vicálvaro estaba tomado por voluntarios fieles al gobierno, de nacionalidades Francesa, Austriaca, Belga, Alemana e Italiana.
Arriba: Milicianos atrincherados en unas ruinas a las afueras de Vicálvaro. Abajo: Bunker de la línea defensiva, que se encontraba en las actuales canteras de sepiolita.
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Después de los combates librados en La Carretera de La Coruña y la Casa de Campo, la XI Brigada quedó prácticamente derrotada, por lo que fueron sustituidos por la XII Brigada Internacional. Los batallones Thaelmann, y Dombrowsky, compuestos por alemanes y polacos respectivamente, se alojaron en la fábrica de Valderrivas, en el palacio de la Duquesa del Sevillano y en la iglesia, a menudo acudían a realizar entrenamientos a Ambroz y a la zona de Las Gallegas. Desde aquí saldrían para entrar en combate en la Ciudad Universitaria de Madrid y defender el Puente de los Franceses, evitando la entrada de los Franquistas a la capital. Según el diario personal del coronel republicano Gustavo Durán, el día 12 de noviembre, sobre las cinco de la tarde, a la Ciudad Universitaria “…llega un grupo de artilleros de Vicálvaro” (2). Vicálvaro nunca fue frente del combate durante la guerra, pero aquí se estableció una línea defensiva, en prevención de un posible combate, como atestiguaban los búnkeres que se construyeron, en las actuales canteras de sepiolita, cuya actividad los ha hecho ya desaparecer.
Tropas procedentes de Vicálvaro, probablemente en camino hacia el frente, o volviendo de él.
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Más tarde, la XII Brigada, cuyo batallón Dombroswky había sobrevivido a los combates mencionados anteriormente se recompuso con miembros del batallón Italiano Garibaldi, y volvieron a Vicálvaro hasta de enero de 1937. Al citado batallón Dombroswky, pertenecía Theo Francos, brigadista francés de padres españoles, que hoy día es muy conocido por su lucha por recuperar la Memoria Histórica, que Franco negó a él y sus compañeros. En 1996, año del 60º aniversario de la Guerra Civil, el octogenario Theo Francos, visitó Vicálvaro de nuevo, aportando su testimonio de como fue la vida de un miliciano en nuestro pueblo.
“…Llegué a Vicálvaro en 12 ó 13 de noviembre de 1936, estaba en el Batallón Franco-Belga y procedía del 5º Regimiento en Cuatro Caminos, con el cargo de “comisario político”, y servía de enlace con el batallón Dombrowsky. Estuve aproximadamente mes y medio, y mi misión era entrenar a los voluntarios que llegaban a Vicálvaro. Los entrenamientos se realizaban más allá de la vía del Ferrocarril del Arganda, o en Ambroz. Nuestros cuarteles eran la Iglesia y en el palacio de la Duquesa del Sevillano, donde recuerdo que había mobiliario como una mesa de villar, cuadros… En la fábrica de Valderrivas había muchos extremeños y andaluces. El Estado Mayor estaba formado por Franceses, Belgas y algunos españoles, entre los que recuerdo a un tal Francisco Rosas. El Comandante de Estado Mayor era Dumont, que actualmente vive en Bayona…”
Theo Francos – Declaraciones en 1.986
Regalo de Vicus Albus a Theo Francos agradeciéndole su visita en la que contribuyó a recuperar la memoria histórica de nuestro pueblo. 10 años antes, en 1986, la Asociación de Vecinos y Vicus Albus participaron en otro homenaje al excombatiente, con motivo del 50º aniversario de la Guerra Civil.
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Simpatizantes y socios de Vicus Albus junto al excombatiente republicano Theo Francos, en su visita a Vicálvaro en 1996.
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El 17 de enero, las tropas fueron llamadas de nuevo al combate, contra el ejército de Franco, que avanzaba hacia Rivas, a través del monte de la Marañosa. Una vez allí, las tropas de ambos bandos desarrollaron una sangrienta batalla que ha pasado a la Historia como la Batalla del Jarama. El Ferrocarril Madrid-Aragón quedó cortado por el frente del Jarama, en dos secciones. Una de ellas era la sección “Vicálvaro-Madrid”, que pasó a utilizarse como tranvía, que comunicaba la línea M.Z.A. (Madrid-Zaragoza) desde Vallecas a Vicálvaro, donde enlazaba con el ferrocarril del Tajuña y desde aquí a la estación del Niño Jesús, a orillas del Retiro. La Batalla del Jarama terminó sin un vencedor claro, sin embargo Madrid había perdido sus principales vías de comunicación terrestre con el resto de la Zona Republicana, y su abastecimiento corría un serio peligro.
Fotografías de un acto del Consejero de Estado Republicano, José Serrano Batanero, durante una visita a las tropas de Vicálvaro.
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El ministro de comunicaciones, Bernardo Giner de los Ríos, planteó una solución urgente, que consistía en construir una nueva línea Ferroviaria que comunicase Madrid con Tarancón (Cuenca), y así garantizar el abastecimiento de la capital. Los ingenieros Rafael Ceballos y José A. Fernández, diseñaron un trazado que debía construirse en el plazo de sólo 40 días y que pasaba por Ambroz. Finalmente se tardó tres meses en hacerlo, y los trenes no empezaron a circular hasta mediados de 1938, a pesar de que nunca se desarrolló completamente el proyecto, que acabó conociéndose como el “Tren de los 100 días” y no de los 40.
Militares y ferroviarios en la estación de Vicálvaro, en 1938.
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A consecuencia del cerco que vivía la zona en Vicálvaro empezaron los tiempos de dificultades, marcados por las penurias y la escasez. Algunos ayuntamientos llegaron a emitir moneda en cartón de modo provisional, práctica que después la propia República prohibiría, aun no lo hemos comprobado pero en Vicálvaro hay indicios de que se usó la moneda en cartón. Además se pusieron impuestos al vino, para financiar la construcción de un refugio antiaéreo en la plaza. Posteriormente los vecinos construyeron otro en la calle del Socorro, que se comunicaba con el del Ayuntamiento. Ninguno de los dos fue útil, porque se inundaban con frecuencia, así que los vicalvareños dormían en sus bodegas, previniéndose de un posible bombardeo nocturno.
Por suerte durante toda la contienda, los refugios no fueron necesarios porque no se produjo ningún bombardeo sobre Vicálvaro, aunque fue contemplado como vía de paso de los Nacionales hacia Madrid durante distintas etapas de la Guerra. Sin embargo si tenemos constancia de que el en el cielo Vicalvareño se contemplaron batallas aéreas, en las que se abatieron muchos aviones. Un caza Ruso fue abatido en el cerrillo del camino de Vallecas, y otro italiano en la actual plaza de la Vicalvarada. El 12 de marzo de 1939, un avión Heinkel 111 alemán, fue alcanzado en Atocha y huyó con una grave avería, hasta Vicálvaro, donde se estrelló. En este avión viajaba Friedrich Haerle, ( único comandante de la Legión Cóndor muerto en la contienda), además de un teniente, dos suboficiales y dos sargentos que componían el resto de la tripulación. Tras la victoria del General Franco, cerca de la estación del tren, se colocó una estela funeraria en honor a estos militares alemanes con la siguiente inscripción;
“Aquí han muerto, el 12-3-1939, por una España nacional, los aviadores; Friedrich Haerle, Rans Pawelcik, Walter Lange, Rudolf Kollenda, Harri Rutner, Hans Schrodel”.
Estela conmemorativa de los alemanes muertos en Vicálvaro, la Cruz de Hierro desapareció por el deterioro sufrido a manos de algún desaprensivo.
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En 1982 la lápida fue retirada debido a la construcción de la carretera a la estación, y actualmente se conserva en Vicus Albus
El día 1 de abril de 1939, la República, desgastada tras casi tres años de guerra, se rindió a las tropas del General Franco que permanecería en el poder hasta 1975. La Guerra acababa en Vicálvaro como empezó, con más asesinatos, ahora las victimas eran las personas con ideología izquierdista, por lo que a la lista de asesinados podemos añadir a Cándido Martinez, Pedro Moncada, Mateo Conde, Ignacio Sainz y Miguel Belinchón, con mención especial de víctimas inocentes como los niños Antonio, Julián y Antonio Garrido Huelves, (de 11, 9 y 7 años), que murieron junto a otro niño llamado Pablo de San Antonio Cumplido, en agosto de 1939, a causa de la explosión de una granada de mano que hallaron mientras jugaban, en la actual barriada de Las Mil Viviendas.
Durante los primeros años de la década de 1940, los muros del cementerio de la Almudena, siguieron siendo testigos mudos de los atroces fusilamientos que ahora llevaban a cabo los fascistas. A partir de ahora vendrían los años de represión y de hambre que tanto nos cuentan aún nuestros abuelos, y que llevarían a algunos de nuestros vecinos a la pena de muerte, o a pasar algunos años de sus vida en la cárcel, donde vivieron con especial dureza, como fue el caso de Hermenegilda Faura, natural de Vicálvaro, y nacida en 1910, que pagaría las consecuencias de su actividad en las juventudes socialistas de Vicálvaro. Hermenegilda fue apodada como “La Roja”, y tras la Guerra fue condenada a 30 años de prisión. Finalmente la pena fue rebajada a 12 años y un día, de los que cumpliría cuatro largos años en las prisiones de Alcalá de Henares ( hasta donde su marido acudía a pie a visitarla), Gerona (donde estuvo 19 meses tras ser trasladada en un tren de mercancías), Valencia y Málaga. Pero una vez fuera de la cárcel cumplió un destierro de dos años en Guadalajara. Cuando volvió a Vicálvaro, muchos de sus antiguos amigos habían dejado de serlo, y vivió varios años en silencio la marginación por parte de sus propios vecinos.
Cédula de identificación de Hermenegilda Faura, expedida en 1940, conservada en Vicus Albus.
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Hoy día estos hechos ya se dan por superados, y la tendencia es a pasar la página de este hecho tan triste de nuestra historia reciente. Sin embargo no se puede pasar la hoja sin que se recupere la Memoria Histórica de quienes lucharon en el Bando Republicano, pues quedarían muchos párrafos en blanco, que el bando vencedor no permitía escribir; es ahora cuando se empieza a concluir por parte de algunos esta tarea, cuyo mérito aumenta cuando se hace sin ánimo de revancha. Recordemos que los hechos conocidos de uno y otro bando, nos guste o no, son Historia, y conocerla es el único camino para no repetirla.
Francisco Vicente Poza
70º Aniversario de la Guerra Civil Española de 1936
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Beevor, Anthony; “La Guerra Civil Española”, Editorial Crítica (2006). Página 263.
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Vazquez Rial, H.; “El Soldado de Porcelana”, Ediciones Rocaeditorial. (1997). Página 361.